A Gilda Péndola
Madre sin aguinaldo
ni grande, ni menuda,
soñando a medianoche,
doy mi niño desnudo.
En aire de los Andes
y en el rastrojo crudo,
mi único don voy dando
a mi niño desnudo.
No hay viento de la Puna
que silbe tan agudo,
como silba llamándote
el tu niño desnudo.
Mi Dios ve toda carne,
y a mi Señor ayudo
dándole en noche santa
a mi niño desnudo.
Libro: Lagar
domingo, 25 de diciembre de 2011
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Bonita poesía ¿Qué no hará una madre por su hijo querido?
ResponderEliminarSaludos.